Voy a colgar aquí unas reflexiones relativas al apasionante mundo de la enseñanza de las artes marciales.Espero no aburriros demasiado.
Cuando uno entra por primera vez en el mundo de las artes/deportes/actividades marciales, no sabe realmente lo que va a encontrar y creo que en muchos casos, se tiene una idea bastante inexacta o cuanto menos ficticia del asunto.
Un aspecto y bastante importante es el lugar que ocupan los "maestros" de artes marciales y la influencia en el aprendizaje y la enseñanza que estos puedan tener en función de sus tendencias. Se tiene generalmente ideas preconcebidas que encontramos en libros, revistas, películas y la publicidad que activamente se realiza sobre estas actividades.
Flotando como en una nube aparece en muchos casos el concepto de "maestro" e incluso "gran maestro". Aparentemente estas personas dedicadas a la enseñanza de artes marciales (cuanto más "tradicionales" y "auténticas" mejor) hubieran trascendido gracias a los beneficios inherentes a la práctica de su noble ,refinado y antiquísimo arte, tuvieran unas cualidades morales superiores al común de las gentes. Cualidades que podrían con años de dedicación y esfuerzo transmitir a sus esforzados alumnos.
Tarde (algunos nunca) o temprano uno llega a la siguiente conclusión: lo que uno se encuentra es exactamente igual (¿sorpresa?) a lo que pueda encontrar en cualquier otro campo de la vida donde interactúes con personas: el trabajo, el colegio, el patio de vecinos, las clases de punto de cruz, etc.
En resumidas cuentas, dentro de este mundillo hay gente de todos los colores, muy buenos, buenos , regulares y a partir de aquí lo que cada uno tenga a bien calificar. Con sus mismas virtudes y defectos, cualidades , excelencias y por supuesto miserias. Afortunadamente llega el momento en el que uno puede decidir cómo , para qué y con quien práctica. Pero no siempre es así.
En cualquier caso, seamos serios: "Per se" el golpear al aire o a un saco, combatir o controlar con un compañero, ejecutar kata, pumse, etc., o cualquier otra actividad dentro de la práctica de tu arte/deporte/estilo o como queramos llamarlo, no te hace mejor persona, ni más sabio , ni más recto ni más justo. Ni tampoco necesariamente lo contrario. Un practicante marcial en suma no sería mejor o peor persona que alguien que juegue al fútbol habitualmente o aquel que le guste hacer maquetas o jardinería.
Otros beneficios tan ampliamente proclamados, más allá de la simple educación física, pueden existir, pero no creo que sean inherentes a la práctica marcial. Me explico con dos ejemplos :
El respeto : entre compañeros y el orden en la clase , viene motivada por la dinámica de la misma y las pautas marcadas por el profesor. Es posible , que el ambiente y la etiqueta ayuden a motivar en este sentido , pero en mi opinión hasta este momento no hemos visto nada que no fuera extrapolable a otra enseñanza y/o proceso formativo.
Auto estima y confianza en uno mismo: Estoy seguro que cualquier actividad que alguien encare con pasión y en la que consiga auto realizarse , mejorando y aprendiendo, progresando con esfuerzo etc., te hace sin duda ganar en autoconfianza y autoestima, además de reforzar tu sentido de la disciplina, pues es necesaria para el progreso y mejora en el desarrollo de cualquier actividad.Lo importante en suma es hacer algo que te guste , te divierta , pero que a la vez implique dedicación y esfuerzo además de no ser perjudicial para nadie.
En un fantástico escorzo creativo, algunos dirían , cual pescadilla que se muerde la cola , que aquí lo que marca la diferencia es la figura del maestro, sabio , justo y ecuánime que instruye a los alumnos por el camino recto y a distinguir del bien y del mal. Vaya hombre, pues para aprender a jugar al fútbol o a tocar el violín,informárica e incluso aprender inglés , también puedes necesitar maestros, y , sinceramente , a mí a distinguir del bien y del mal ya me tendrían que haber enseñado en casa , así como a portarme bien y el respeto a los demás.
Estas actividades a mi entender, deberían , de manera general ser un refuerzo de los comportamientos positivos ( fundamentalmente en niños y jóvenes), pero en ningún caso un sustitutivo, pues quedan al arbitrio de las capacidades del "maestro" que en muchos casos ni puede ni debe realizar esta función más allá de unos planteamientos básicos y de sentido común, como por ejemplo propiciar un buen ambiente de entrenamiento , colaboración y respeto entre los practicantes, moderar a los que dentro de la clase no distinguen con quien deben entrenar más o menos fuerte y aquellos que vienen con intenciones de realizar hazañas (reales o imaginarias) fuera del tatami. Insisto , sentido común, nada más.
Más aún, si como hemos dicho, no tenemos ninguna garantía adicional al mero apelativo de "maestro" con los clichés que ello implica, de la capacidad moral y ética de esa persona, habría siempre que andarse con los pies de plomo pues corremos el peligro de sufrir una confusión de “valores” y contradicciones por la influencia de supuestos valores y códigos marciales que acaben viciando de manera innecesaria nuestra percepción de la realidad.